Cuando pensamos en proyectos de economía social
y solidaria se nos vienen a la mente un montón de imágenes donde las
principales protagonistas son mujeres. En tareas en el campo, en la producción
de alimentos, en la fabricación de prendas de vestir, en los puestos de las
ferias, generalmente las encontramos a ellas. Las mujeres han enfrentado las
mayores crisis económicas que ha tenido nuestro país, saliendo a la calle a
organizar comedores, armar estrategias para generar ingresos y movilizándose.
“Según
el informe Aportes para el Desarrollo Humano en Argentina 2011 del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo, la participación de las mujeres en el
ámbito económico y en el mercado laboral aumentó, aunque dicha participación
aún manifiesta ciertas dificultades dado que las mujeres continúan siendo las
principales responsables de las tareas reproductivas y domésticas. Esto lleva a
que las mujeres ocupen puestos de trabajo de poca carga horaria que, por lo
general, son precarios y mal remunerados, lo que opera como un condicionamiento
en su ascenso laboral.”
¿Qué hacemos las
organizaciones de la economía social y solidaria?
Promovemos
prácticas de participación democrática, donde lo que se busca es satisfacer las
necesidades que permiten la reproducción de la vida de las personas. La
práctica democrática implica el principio de la igualdad entre varones y
mujeres. A su vez, dentro de sus principios encontramos el marco en el cual
todas y todos sus integrantes puedan desarrollarse sin ningún tipo de discriminación,
incluida la de género. El género es una construcción social en el cual nos
reconocemos social e individualmente, hay identidades de género auto percibidas
que debemos respetar